Perfeccionismo, autonomía,
pluralismo: La filosofía política de Joseph Raz
Este texto pretende ser una introducción a los principales
conceptos de la filosofía política de Joseph Raz. Las ideas aquí
expuestas recogen sus reflexiones en torno a dos grandes temas: la
neutralidad del Estado, y el concepto de autonomía. Para tratar el
primero de estos dos temas, comentaré el Capítulo 5 de su obra “The
Morality of Freedom”, para el segundo utilizaré los Capítulos 14
y 15 de la misma obra.
Sobre
la neutralidad del Estado
Raz abre la problemática definiendo la postura que él atacará. Se
trata del anti-perfeccionismo. El principio anti-perfeccionista
afirma que no es legítimo que el gobierno implemente y promueva un
ideal de vida buena, por más que ese ideal sea valioso en sí mismo.
Para llevar a la práctica este principio, los anti-perfeccionistas
creen que es necesaria una política de la neutralidad, es decir, que
el gobierno sea neutral con respecto a los distintos ideales de vida
buena. Se trata, entonces, de una doctrina de la restricción (el
Estado se debe restringir de actuar con respecto a estos ideales) que
encaja con el liberalismo (una teoría normalmente restrictiva). La
idea de la neutralidad implica, entonces, que el gobierno debe evitar
promover ideales o dificultar otros, sean válidos o no, lo cuál
posee una gran atracción intuitiva, pues en principio todo el mundo
aceptaría que nadie debe usar los poderes del Estado para imponer su
propia visión. Raz sugiere entonces, muy brevemente, su idea
alternativa al anti-perfeccionismo: una restricción en la elección
de medios mediante los que perseguimos nuestros ideales
perfeccionistas.
Tras establecer ciertas distinciones sobre qué se entiende por
neutralidad, distinciones en las que no me detendré pues considero
que aclaran aspectos que son intuitivos, Raz plantea el primer
problema a la idea de neutralidad. A saber, aceptamos que la
neutralidad es deseable porque presuponemos que actuar de modo
neutral significa actuar con justicia, pero ¿somos justos al no
intervenir en una pelea entre dos niños, uno de los cuales es
pequeño y débil, mientras que el otro es mucho más fuerte? En este
caso, siendo neutrales y no interviniendo en la pelea, en realidad
permitiríamos que el pequeño salga perdiendo, por tanto, no
seríamos justos.
Raz nos ofrece tres interpretaciones distintas de la neutralidad
política:
- No se debe realizar una acción política que, o bien promueva un ideal de bien, o bien habilite a los individuos a perseguir un ideal de bien.
- No se debe realizar una acción política que haga más probable una opción de bien que otra (principio de neutralidad estrecho).
- Uno de los objetivos de la autoridad del gobierno es asegurar que todos tengan las mismas posibilidades para perseguir el ideal de bien que ellos elijan (principio de neutralidad comprehensivo).
Se referirá entonces a cierta idea de Nozick para aclarar cómo
actúan estas interpretaciones. Según Raz, Nozick sostiene la
primera interpretación. El problema surge cuando se le acusa de que
eso no es verdadera neutralidad. Con respecto al problema de la
violación, Nozick afirmará que prohibir la violación es neutral
por motivos externos, y que sería absurdo pensar que prohibirla
supone no-neutralidad. Sin embargo, prohibir la violación haría que
2 y 3 sean no-neutrales. Nozick afirma entonces que si actuamos por
motivos independientes (externos) que no tengan que ver con favorecer
o entorpecer a uno de los bandos en disputa, entonces nuestra acción
es todavía neutral, por más que que de hecho ayudemos o
entorpezcamos a uno de los dos bandos. Raz afirmará que el argumento
de Nozick no es un buen argumento y que, efectivamente, él no está
siendo neutral (pero sí anti-perfeccionista). Ante esto, Raz
reivindicará 3 como el verdadero principio de neutralidad, un
principio que, él cree, sólo puede ser perfeccionista.
Para demostrar que 3 es el verdadero principio de neutralidad, Raz
lo contrastará con la doctrina de Rawls sobre la neutralidad, e
intentará mostrar que la neutralidad estricta es imposible. La idea
clave es que, aun cuando Rawls piensa que su ideal de principios
políticos es neutral, en realidad no lo es, ni lo puede ser. Así,
Rawls piensan que los principios escogidos racionalmente y tras el
velo de ignorancia, serán principios neutrales (estos son el ppio.
de libertad y el ppio. de diferencia). Sin embargo, Nagel le
criticará que su idea de neutralidad lleva implícita un ideal de
vida liberal e individualista, esto es, una idea particular de vida
buena según la cual uno ha de elegir su camino y no ser interrumpido
en su realización. Obviamente Rawls sabe que puede haber
concepciones del bien no individualistas. El problema es que al
pensar individualmente las condiciones para elegir los principios y
el modo en que estos se aplican, esas concepciones del bien no
individuales serían más difícil de implementar que otras. Es
decir, tras el velo de ignorancia la gente tenderá a escoger
opciones individualistas. Por ello, Rawls no es neutral.
Raz planteará entonces: ¿Podemos pensar, sin embargo, que la
neutralidad es una cuestión de grado y que aun así los principios
de Rawls son defendibles porque son los se aproximan en mayor grado a
la neutralidad? La respuesta será negativa. No sólo la neutralidad
no es posible, tampoco podemos aproximarnos a ella. Y, según Raz,
esto es así por dos motivos. En primer lugar, la neutralidad depende
de en qué grado ayudemos o entorpezcamos a uno de los partidarios en
una disputa. Depende, entonces de poder establecer ciertas
distinciones (ayudar/entorpecer, no ayudar/entorpecer, etc.), las
cuáles suelen ser muy ambiguas y no siempre pueden establecerse con
rigor para todos los casos. En segundo lugar, si alguien actúa
neutralmente o no depende de cómo se juzgue su acto, y no existe un
criterio racional para establecer cómo se debe juzgar algo así. De
hecho, como vimos, existen dos sentidos de neutralidad (estrecho y
comprehensivo). Lo que es neutral para uno, no lo será para el otro.
Dando un paso más en la argumentaición, y aun en discusión con
Rawls, Raz mostrará ahora que este ha presupuesto “el rol social
de la justicia”, y esto es problemático. Rawls afirmará que tras
el velo de ignorancia los principios de justicia serán principios
neutrales y no perfeccionistas. Pues si alguien eligiese un principio
perfeccionista correría el riesto de que una vez caído el velod e
ignorancia, su ideal de bien se vea menoscabado al descubrir que
existen otros más perfectos y sería entonces justo promover ese
ideal antes que el suyo. Es más, no sólo no se eligirían
principios perfeccionistas, tampoco podríamos elegir en acuerdo un
proceso para determinar qué principios perfeccionistas de justicia
podríamos darnos en cuantos sociedad. La idea clave es que tras el
velo de ignorancia no puede haber información controvertida, es
decir, información sobre la que pueda haber un desacuerdo debido a
distintos ideales de bien o de vida buena. O sea, para elegir
principios justos debemos excluir la información controvertida. Y
esto, dirá Raz, responde a una idea de justicia. A saber, se
presupone que la justicia es el principal interés de todos. Por
tanto, la doctrina de la justicia de Rawls posee un rol social: el de
llegar a unos principios aceptables para todos, lo cuál requiere
dejar fuera del velo de ignorancia cualquier concepción del bien.
Esto despierta para Raz ciertos problemas. En primer lugar, supone
dejar fuera del velo de ignoracia ciertos elementos comunes sobre
ideales del bien. Elementos que todos podamos compartir aun cuando
estemos en desacuerdo, y que son eliminados sólo por ser ideales
sobre el bien. En segundo lugar, Raz piensa que aun cuando no
acordemos ciertos ideales concretos, sí podemos acordar el método
para evaluarlos. Finalmente, Raz piensa que Rawls asume que sólo una
teoría perfecta de la justicia cumpliría ese rol social, sin darse
cuenta de la posibilidad de que todos elijan tal doctrina sobre la
justicia como la segunda mejor opción (debido a que cada uno piensa
que, en realidad, la mejor es la suya).
Esta última crítica permite reformular el método de cómo llegar
a un acuerdo, ahora desde una perspectiva perfeccionista. No se trata
ya de un velo de ignorancia. Raz propone tres grandes rasgos de este
nuevo método: 1º. partir de una discusión entre distintas
concepciones del bien que no son eliminadas por principio. 2º.
Aunque se llegue finalmente a un acuerdo, las vías para llegar al
mismo varían según la concepción del bien de cada uno. 3º. Todos
negociarían racionalmente y acordarían una doctrina de la justicia
como la segunda mejor opción.
Raz presenta, pues, un modo perfeccionista de alcanzar un acuerdo
que cumple con los estándares de Rawls (que cada uno siga su propia
moral a la vez que se llega a un acuerdo de convivencia justa). Sin
embargo, afirmará que él mismo no aboga por este método, sólo lo
usa para mostrar que el perfeccionismo es compatible con la teoría
rawlsiana.
Raz cierra el capítulo discutiendo otro argumento de Rawls, quien,
según nuestro autor, ofrece otro argumento para la neutralidad
política que tiene que ver con la autonomía. Rawls nos recuerda que
Kant pensaba que uno actúa autónomamente cuando los principios de
esa acción son escogidos como una expresión de la naturaleza
racional del ser humano libre e igual al resto. De ahí, afirmará
que el velo de ignorancia está diseñado para dejar a un lado la
información que llevaría a alguien a actuar heterónomamente. Se
trata de un principio que obliga al agente a reflexionar sobre los
principios que ha de darse a sí mismo como sujeto racional, libre e
igual. En definitiva, dirá Raz, eso supone otro argumento para
excluir ideas sobre el bien.
Sin embargo, afirmará nuestro autor, este principio implicará
pluralismo, pero no neutralidad política. Si implica esta última es
sólo porque se sigue presuponiendo que está en el máximo inter´res
de la gente cumplir con el rol social de la justicia. Ahora bien, el
pluralismo implica que existen múltiples formas de vida válidas y
valiosas, y que cada uno debe elegir y perseguir la suya (en esto
consiste la autonomía, según Raz). Pero para que esto ocurra es
necesario olvidar la neutralidad, pues el Estado debe habilitar a los
ciudadanos a que persigan sus formas de vida, apoyando las formas
buenas y eliminando las malas. Raz piensa que Rawls aboga por la idea
de autonomía que él propone. El problema de Rawls, entonces, es
apostar por la neutralidad.
Autonomía,
pluralismo y libertad.
En lo que sigue, en lugar de recorrer el hilo argumentativo de los
dos capítulos en los que me baso, prefiero ofrecer una visión de
los principales conceptos de Raz, pues creo que todos están
estrechamente interrelacionados y, pienso, hacerlo así será más
útil de cara a la exposición. Destacaré en negrita los conceptos
principales sólo con el fin de indicar que son precisamente esos
términos y esos conceptos los que Raz acuña.
El concepto central de la filosofía política de Raz es el de
autonomía. A partir de él Raz dotará de importancia y significado
otros conceptos y principios centrales. Me parece apropiado,
entonces, comenzar ahondando en él. Así, Raz entiende que autonomía
significa ser autor de la propia vida. Autónomo es aquel que elige
sus proyectos y sus relaciones con otras personas, y que los alimenta
y hace crecer. Se trata de un ideal de auto-creación, que se opone
por tanto a las decisiones bajo coerción. Obviamente, Raz es
consciente de que no podemos elegir todos y cada unos de los aspectos
de nuestra vida. Autónomo es quien crea su propia vida, siempre en
la medida de lo posible.
Ahora bien, para llevar una vida autónoma debemos tener ciertas
habilidades, cierta capacidad. Raz establecerá una diferencia entre
el sentido primario de autonomía, y un sentido secundario que supone
entender la autonomía como una capacidad para la vida autónoma. Tal
capacidad depende de varios aspectos. El primero de ellos es el de
ciertas habilidades mentales. Razo no se detiene mucho en esto. Los
otros dos aspectos que conforman la capacidad para la autonomía son
la disponibilidad de un rango adecuado de opciones, y
la independencia. Todos ellos, al igual que la
autonomía, poseen un carácter gradual. Puede haber un mayor o un
menor rango de opciones, o se puede ser más independiente o menos.
Esto hace que la autonomía sea también una cuestión de grado.
Detengámonos ahora en las cuestiones del rango de opciones y de la
independencia.
Raz afirma que para que alguien pueda ser verdaderamente autónomo,
debe contar con una multiplicidad de opciones a elegir. Tales
opciones han de ser adecuadas, idóneas. Alguien no es autónomo si
solo puede elegir entre opciones nimias, ni tampoco lo es si todas
sus opciones están bajo cierta presión de modo que se sienta
obligado a elegir entre sólo una o unas pocas de todas las que se le
ofrecen. Raz ofrece, entonces, ciertos criterios para evaluar la
adecuación o idoneidad del rango de opciones. Es lo que él denomina
“test de la variedad”. Nombraré los principales criterios del
test:
- Nuestras elecciones abarcan tienen consecuencias para toda nuestra vida. Las opciones que se nos ofrecen deben abarcar, entonces, todo el arco de la vida. Esto es, debe haber opciones para el corto, medio y largo plazo.
- No sólo debe haber cantidad de opciones, también han de ser distintas (elegir entre cien casas iguales no es elegir).
- La autonomía no es igual al auto-desarrollo. Uno debe poder elegir si autorealizarse o no. Esto es sólo una opción.
- Las opciones no pueden estar dominadas por la necesidad de salvar la vida. Es decir, no se nos pueden ofrecer multitud de opciones a la vez que se nos diga que sólo unas pocas nos permiten seguir viviendo, pues esto no supone una verdadera elección entre opciones.
La capacidad para la autonomía exigía, aparte del rango adecuado
de opciones, del requisito de la independencia. Es decir, para poder
vivir autónomamente debemos ser independientes. Raz distingue dos
modos de atentar contra la independencia de una persona: la coerción
(que disminuye las opcioens a elegir) y la manipulación (que dirige
la elección). Ambas coartan la autonomía en el sentido en que son
formas para atar la voluntad de un individuo a la voluntad de otro.
Esto nos hace ver que la autonomía es un ideal social (depende de
las relaciones entre individuos).
Raz se preocupa por discutir y aclarar aspectos muy diversos sobre
la idea de autonomía. Me centraré únicamente en dos de ellos, pues
los considero importantes para comprender otros conceptos suyos, así
como su concepción perfeccionista en general.
El primero de estos dos aspectos es el de que la variedad de
opciones que se nos ofrecen han de ser moralmente buenas. La idea
detrás de esto es que si se tiene que elegir entre una opción
moralmente buena y otra mala, no estaremos realizando una elección
autónoma, pues estamos socialmente condicionados a elegir la opción
éticamente correcta. Esto tiene dos consecuencias principales. En
primer lugar, la afirmación de Raz de que la autonomía pierde su
valor si se usa para escoger opciones malas (elegir autónomamente el
mal es peor que hacerlo sin intención). En segundo lugar, el ataque
de Raz a la idea de que ha de haber opciones buenas y malas para
reforzar la moral de la gente. Existen aquellos que piensan que
debemos ofrecer opciones malas para poner a prueba la eticidad de los
indiviudos y para que aprendan a elegir el bien. Raz afirma que las
opciones malas siempre existirán pues acompañan a la condición
humana, por lo que es absurdo ofrecerlas. La autonomía, afirmará,
tiene que ver únicamente con las opciones moralmente buenas.
El segundo aspecto es la aclaración de que la autonomía no es una
opción entre otras dentro de ese rango de opciones. A este respecto,
Raz se preguntará ¿es la autonomía un fin valioso entre otros?
¿Qué ocurre si alguien no lo considera un proyecto a realizar? ¿O
si prefiere optar por otros fines valiosos? A esto responderá
alegando que es un error considerar a la autonomía como un proyecto
entre otros. La autonomía es, antes bien, un modo de vivir,
acompañado del hecho de poseer varias opciones, y también de vivir
en una sociedad que promueva el ser autónomo. Esto se refleja en el
hecho de que un ambiente cultural pro-autonomía cambia la naturaleza
o el tipo de opciones a elegir. La autonomía no es una opción entre
otras, sino que dota a las opciones de un cierto carácter. Raz
utiliza para ilustrar esta idea un buen ejemplo. Afirma que las
nuevas leyes que permiten varios tipos de matrimonio, o varios tipos
de familia, aumentan la autonomía de las personas al darle más
opciones para elegir libremente. Pero en sí la autonomía no está
en ninguna de esas nuevas opciones. No existe la opción de un tipo
de matrimonio o de familia más autónomo que otro.
Hablar de un rango de opciones adecuado nos lleva a hablar de
pluralismo. El pluralismo moral afirma que existen
diversas formas de vida valiosas e incompatibles, y todas ellas son
moralmente aceptables. Cuando Raz usa aquí el término
“incompatible” se refiere simplemente a la idea de que no
podemos elegir llevar a cabo a la vez dos de esas formas de vida (no
podemos ser cristianos y ateos a la vez, por ejemplo). Raz establece
una distinción entre pluralsmo fuerte y pluralismo débil pero,
pienso, no es muy claro al tratar este tema y además, no ayudaría
demasiado en nuestra exposición, por lo que prefiero obviarla. Baste
con tener en cuenta que la autonomía, como él la entiende, exige un
pluralismo fuerte en el sentido de que exige que existan muchos modos
de vida incompatibles entre los que podamos elegir.
El tema del pluralismo está estrechamente relacionado con la idea
de tolerancia que Raz propone. Él intentará
distanciarse de la noción convencional de tolerancia, según la cual
esta se dirige sólo hacia aquello negativo, y sólo en el sentido de
reprimir un sentimiento. Es decir, la noción convencional entedería
que la tolerancia consiste en refrenar nuestro de deseo de castigar,
condenar, perseguir o injuriar aquello que no nos parece correcto o
bueno, y en esta medida, sólo podemos tolerar aquello que en
principio no es bueno. Sin embargo, la noción de pluralismo tal y
como aquí se entiende, implicaría que la tolerancia se dirige
también hacia los aspectos positivos y, además, que no es un mero
refreno de nuestros deseos. En efecto, Raz definía el pluralismo
como la existencia de formas de vida aceptables y a la vez
incompatibles. Esto significa que si alguien no posee las mismas
virtudes que nosotros (es decir, si alguien no lleva el tipo de vida
que nosotros hemos elegido) es porque, de hecho, posee otras (ha
elegido otro tipo de vida). De este modo, nuestra tolerancia con el
otro no se dirige sólo a aspectos negativos que no estaríamos
dispuestos a aceptar, sino a otro tipo de virtudes que nosotros no
poseemos. Y además, nuestra tolerancia no significaría simplemente
reprimier nuestro deseo de condenar al otro, sino hacerlo desapacer
directamente. No poseer ese deseo en absoluto. Raz admite que las
actitudes morales van siempre acompañadas de sentimientos, y que
esto ocurre en la inmediatez de los actos (al encontrarnos con ellos,
no al reflexionar después si ese acto era correcto o no). Pero
también piensa que estos sentimiento son educables, y que podemos
hacer desaparecer el sentimiento negativo que la intolerancia hace
emerger. El problema de la tolerancia nos lleva, entonces, a admitir
un pluralismo competitivo, esto es, admitir que ciertas opciones
morales tenderán a despertar intolerancia o a ser intolerantes.
Pero, de nuevo, los sentimentos implicados en la moral son educables.
Llegamos, entonces, a la noción de libertad que Raz
defiende. ¿Qué es la libertad para este autor? Raz intentará
derivar la idea de libertad de su concepción de la autonomía. El
problema inmediato al que se enfrenta, antes de ofrecer ninguna
definición de libertad, es el de que no podemos obligar a nadie a
ser autónomo (por adelantar ideas, no podemos obligar a nadie a ser
libre). Lo más que podemos hacer es ayudar a desarrollar su
capacidad para la autonomía. Es decir, como mucho podemos aumentar
el rango de las opciones entre las que puede elegir, ayudarle a
desarrollar ciertas capacidades cognitivas que le permitan discernir
y elegir mejor, educarlo también física y emocionalmente de cara a
una vida autónoma, etc. Pero no podemos nunca obligarle a ser
autónomo. Ahora bien, todos estos aspectos suponen para nosotros un
deber hacia la autonomía de los otros (aquí la autonomía entendida
como capacidad). A donde Raz apunta con esto es a la idea de que la
autonomía del otro despierta en nosotros ciertos deberes que van más
allá de la mera no-interferencia. Encontramos aquí la idea de
libertad positiva. Esta, según Raz, deriva su valor de su
contribución a la autonomía. La libertad positiva es una capacidad
para la autonomía, a la vez que un ingrediente esencial para la
misma. La libertad positiva es, propiamente hablando, la capacidad
para ser autónomo. Se distingue, por tanto, de la libertad negativa,
esto es, la mera capacidad de no ser afectado o interferido.
Ahora bien, Raz entiende desde su perfeccionismo que la libertad
posee ciertos límites. Señala algunos de ellos, pero me limitaré a
exponer el que creo que ilustra mejor su idea perfeccionista. Según
el autor, el Estado no debe proteger ni promover opciones o ideales
malos. Este es un límite a la libertad. No deberíamos elegir lo
malo, y el Estado, aunque no lo prohiba, debe no promover estas
opciones. ¿Es esto un tipo de paternalismo? Raz afirma que no, pues
la persona autónoma elige un ideal por el valor del mismo, no por el
hecho de que el Estado lo considere o no valioso. Además, para que
exista la autonomía es necesario que existan opciones de todo tipo,
por más que el Estado no promueva ni proteja algunas de ellas.